jueves, 24 de febrero de 2011

La ciencia se va de rumba


De la tumbadora al aula, y de la guitarra a la estación de trabajo ha viajado un científico, que ahora ofrece una multimedia con todo el sonido del conocimiento

A cargo de BÁRBARA AVENDAÑO

(18 de junio de 2010)

Daniel Stolik Novygrod
Daniel Stolik le ha puesto a la vida la musicalidad de la
creación (RANDY RODRÍGUEZ PAGÉZ)

Los arpegios de un piano de cola inundan la habitación, casi aletargan, cuando en la escena irrumpen los de un piano electrónico, una guitarra, un saxofón, un bandoneón, y un coro, como ángeles… Do, re, mi, fa, sol, la, si, con sus bemoles y sostenidos, juguetean las notas musicales de una en otra melodía, y pareciera que Apolo, el creador de la música según los griegos, encarnara los acordes más sublimes.

En su estudio casero, un hombre alto, delgado, canoso, lo más semejante a un lord inglés que hayamos imaginado, pulsa botones, acaricia teclas, y aviva recónditos recuerdos en quienes le escuchan. Es Daniel Stolik Novygrod, cubano a pesar de llevar apellidos polacos, Doctor en Ciencias Físicas y profesor titular de la Facultad de Física en la Universidad de La Habana.

Desde un teclado inteligente él envía datos a un sintetizador que los convierte en sonidos. Una computadora y un software integral potente completan su estación de trabajo. De esta combinación de ciencia y sentimientos han nacido cerca de 200 composiciones musicales, entre las más recientes La Bohemia, para el documental que honró el centenario de nuestra revista impresa; y otras que también ambientan el nuevo planetario de La Habana.

Sentado en su taburete preferido, que quizás resulte anacrónico en pleno Miramar, confiesa que su formación musical es autodidacta, pues lo atrajo el ritmo desde muy pequeño. En la escuela tocaba el tambor, además, vivía cerquita de un barrio negro, en Surgidero de Batabanó, y se colaba en los toques afrocubanos para escuchar la percusión. “En mi aula yo era el que formaba la rumba en los pupitres”, dice sin recato.

Fue cuando llegó a la Unión Soviética para estudiar Física, a inicio de los años 60 del siglo pasado, que aquella otra vocación encontró abrigo. “Estaba de moda la pachanga y los cubanos la bailaban cantada, entonces yo partí en dos un palo de escoba, y le puse el compás. Bastó para que me llamaran a tocar la tumbadora en la orquesta multinacional que existía en la universidad Amistad de los Pueblos, de Moscú, donde estudiaba”.

Daniel Stolik trabajando en la computadora
Stolik disfruta del tiempo que pasa en su estación de
trabajo (RANDY RODRÍGUEZ PAGÉZ)

Aparentemente, no tenía nada que ver la física con la percusión, y allí lo miraban con cierto prejuicio. “Pero me ayudó que en esa época saliera un famoso libro del Nóbel de física de 1965 Richard Feynman (1918-1988), en cuya primera página aparecía una foto del científico en la que tocaba tumbadora y bongoes”, cuenta. Le regalaron una guitarra y aprendió a rasgarla y compuso su primera canción Nunca, que todavía recuerda: Nunca otro amor como aquel volverá…, e interpretó la orquesta.

A su regreso a Cuba se dedicó a la física de los semiconductores, mientras seguía unido a su guitarra, pero un día empezó a hacerse preguntas “¿Por qué en una orquesta, si una trompeta no toca la nota adecuada desafina, suena mal, y si el grupo musical sube un número de semitonos en la pieza, ese instrumento tiene que escalar también la misma cantidad de semitonos, mientras que una tumbadora (tambor o conga) se queda siempre igual, sin desafinar?”

Así nació para Daniel Stolik otro hobby, el estudio de las bases físicas de la música, hasta convertirse en un objetivo científico-técnico, tanto, que en 2001 se aprobó su propuesta de crear una Cátedra de Física y Música, en la Facultad a la que pertenece.

Sabiduría con ritmo

La física surgió como ciencia en el siglo XVI. Vino a demostrar los fenómenos de la vida, a medirlos cuantitativamente y a comprobarlos. En quinientos años ha sido fundamental para la comprensión del universo y el desarrollo científico y tecnológico en la humanidad. Sin embargo, es menos conocida su influencia en el desarrollo de la cultura y el arte.

La música, por su parte, es un arte cualitativo muy ligado a los sentimientos y espiritualidad humanos, presente en la vida cotidiana de cada persona. Para feliz coincidencia, ambas materias son trascendentales en la vida del hombre. “Algo que vincula cada vez más la física y la música, es la tecnología, nacida de la primera de estas disciplinas”, dice Stolik.”

Richard Feynman tocando los bongoes
La foto del Premio Nóbel Richard
Feynman tocando bongoes fue uno de los
incentivos para continuar cultivando la
música (pmc.polytechnique.fr)

Con Galileo Galilei (1564-1642) comienza realmente a verse la física como ciencia, y también con él empiezan los primeros tratamientos científicos del sonido y de la música, del estudio moderno de las ondas y la acústica. El sabio eleva a nivel de ciencia el conocimiento de las vibraciones y de la correlación entre la altura o tono y la frecuencia de la fuente del sonido. Lo que posteriormente condujo a la relación matemática entre frecuencia, longitud, diámetro, densidad y tensión de las cuerdas.

Primero surgió la música como necesidad espiritual del hombre sin que le interesara mucho la explicación del porqué de los fenómenos físicos en que se sustentaba. Al final del Renacimiento comenzó el tratamiento de las bases científicas del sonido y la música. Los siglos XVIII y XIX fueron testigos del perfeccionamiento de muchos instrumentos musicales. Debido a los descubrimientos eléctricos, magnéticos y de las ondas electromagnéticas a partir del siglo XIX, y de la electrónica a comienzos del siglo XX, se desarrollaron nuevas y revolucionarias tecnologías que alcanzaron su apogeo en la última centuria.

Pero ¿se necesita saber de física y tecnología para hacer música? “Por supuesto que no”, afirma Stolik. “La música se fue desarrollando cuando ni siquiera existía la física como ciencia. No obstante, los músicos han utilizado las tecnologías de cada momento: instrumentos, papel, pluma o lápiz, hasta llegar en los últimos decenios a un gran empleo de nuevas técnicas.

“Por polémico que sea el tema, nadie podrá negar la importancia de usar los métodos físicos para comprender el significado de los sonidos, las escalas, los instrumentos y cualquier otro aspecto constitutivo de la música”, apunta el profesor universitario.

Por eso, enseñar parte de la Física a partir de la música no solo es importante para los estudiantes de la especialidad, sino para aquellos que le tienen terror tanto a esa asignatura como a la Matemática. En los cursos de posgrado que se imparten como parte de la cátedra (que dirige hasta hoy) han coincidido músicos, musicólogos, intérpretes, ingenieros, físicos…

“Al principio, cuando yo empezaba a hablar de fundamentos físicos, los músicos se me quedaban botados, y cuando explicaba un poco de música, eran los físicos quienes no entendían. Entonces ideé un curso inicial en el que daba Matemática y Física para músicos, y un poco de música elemental para los físicos e ingenieros”, comenta.

Buena onda

Teclado
Desde un teclado inteligente él envía
datos a un sintetizador que los convierte
en sonido (RANDY RODRÍGUEZ PAGÉZ)

¿Cuál es el límite entre la ciencia y el arte? Es una pregunta que se ha repetido constantemente Stolik. “Es un tema controvertible, ya que entra por un lado en el campo de los estímulos provocados por fenómenos físicos, y por el otro, en el de las sensaciones que experimenta el hombre ante dichos estímulos.

“El arte es virtud, disposición y habilidad para hacer bien algún producto, sobre la base de un conjunto de preceptos y reglas. Representa el acto o facultad mediante los cuales el hombre, valiéndose de la imagen o del sonido, imita o expresa lo material o lo virtual, crea copiando o fantaseando.

La ciencia refleja fundamentalmente el conocimiento cierto de las cosas por sus principios y causas, metódicamente formado y ordenado en una rama particular del saber humano”, explica.

Interesado por satisfacer esas inquietudes, y en respuesta a una sugerencia de la Empresa de Tecnologías de la Información y Servicios Telemáticos (Citmatel), con la cual coopera desde hace tres años, Stolik elaboró una multimedia: Física y música.

El material sobre los fundamentos físico-matemáticos y tecnológicos de la música tiene un enfoque básico y de actualidad para que sea utilizado por un rango amplio de usuarios. Su objetivo no es solo cognoscitivo, o sea, para entender en qué consiste físicamente la música, sino para complementarla y sobre todo, enriquecerla musical y tecnológicamente.

“La multimedia comienza con la historia del primer instrumento musical, una supuesta flauta Neandertal, hecha en un hueso de oso joven, que data de hace más de 40 mil años, cuyo hallazgo sucedió en 1996, en Europa central; y termina con las últimas tecnologías, con las estaciones de trabajo y los software. Cada persona utiliza la parte que le resulta útil. Sirve para aprender una parte de la física que es constante en toda la disciplina, qué son las oscilaciones y las ondas, su propagación, los diferentes tipos que existen, a sabiendas de que la música tiene que ver con la onda sonora”.

Uno de los genios que caracterizó la onda, mucho antes de que se supiera qué era matemáticamente, fue Leonardo Da Vinci, quien dijo en el siglo XV: “A menudo sucede que la onda escapa del sitio de su creación, mientras que el agua no, como las ondas que se forman en un campo de trigo por efecto del viento, donde las vemos correr a través del campo, mientras que las espigas permanecen en su lugar”.

En el dibujo, diversos instrumentos musicales
Stolik reconoce que los instrumentos acústicos son muy
buenos y bonitos, pero la riqueza aportada por las nuevas
tecnologías es indiscutible
(mariajesusmusica.files.wordpress.com)

“Efectivamente —explica Stolik en su multimedia—, las ondas en la superficie del mar o de un lago pueden recorrer grandes distancias sin que las partículas de agua realicen el recorrido. El movimiento ondulatorio proporciona una forma diferente en que la energía se mueve de un lugar a otro sin que las partículas realicen el viaje.

“Si a los muchachos que empiezan a estudiar oscilaciones y ondas se les llega con ese conocimiento a través del sonido y de la música, pues les es más fácil y atractivo. Para los músicos también es importante que aprendan los fundamentos, y sepan que para expresar los sentimientos se requiere de un componente científico-técnico”.

Stolik está convencido de que los instrumentos acústicos son muy buenos y bonitos, pero la riqueza aportada por las nuevas tecnologías es indiscutible. “Si Bach o Beethoven hubieran tenido las facilidades que hay ahora, en vez de miles de composiciones, hubiesen hecho decenas de miles”.

Lo mismo una sinfonía, que una conga, como la que compuso para el equipo de béisbol Industriales, es capaz de crear este físico con su sintetizador sampler. Se ha enamorado de esta tecnología, nacida cuando el hombre aprendió a hacer los sonidos de instrumentos acústicos y otros a partir de osciladores armónicos, de la electrónica, y después de grabar fragmentos de interpretaciones de diferentes instrumentos reales y manipularlos.

Entre las cuatro paredes de su estudio, este maestro de generaciones de físicos, aunque jubilado, comparte el tiempo que a veces se torna apretado: además de las clases que imparte sobre Fundamentos Físicos y Tecnológicos de la Música, pertenece al Grupo Nacional de Desarrollo de la Energía Fotovoltaica, e imparte conferencias sobre el estado del arte en esta materia. Pero una y otra vez vuelve a la composición, que le reserva nuevos placeres, como a un Orfeo moderno, que trocó la lira por un teclado inteligente.


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